Cautivados por la Inteligencia Artificial, apenas queda el recuerdo de la revolución que supuso el Metaverso. Representaba un mundo virtual paralelo que prometía evadirnos de la realidad. Pero sin percibirlo, que en un espacio brevísimo de tiempo, ha pasado a la historia.
Acuñado por primera vez en 1992, su nacimiento coincide con el de Internet; cuando la Web estaba en pañales, Neal Stephenson escribió ‘Snow Crash’, una novela sobre un reino virtual inmersivo al que podía accederse a través de unas gafas de realidad aumentada.
Era un mundo en el que las personas usuarias se movían con cuerpos creados por ordenadores, quedaban con los amigos e iban de compras, y al que se llamó Metaverso. Hoy, parafraseando a la famosa y también cautivadora película de Robert Aldrich con Bette Davis y Joan Crawford, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, recordamos lo que representó el Metaverso en nuestras vidas durante un breve lapso de tiempo.
Inundó, de facto, nuestra existencia cuando Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, lo usó en una presentación sobre las perspectivas de Internet en el futuro, el Metaverso. Las grandes empresas de Silicon Valley trabajaron duro para diseñarlo y anunciaron a bombo y platillo que esta tecnología sustituiría a Internet; solo que el instrumento dejó de sonar de repente, como llegan y se van los cisnes negros.
Poder disfrutar de un romántico atardecer en una playa exótica, llegar a la cima del Everest, contemplar cómo una araña va tejiendo su tela de araña o bucear en la Gran Barrera de Coral eran sólo algunas de las experiencias que podrían disfrutarse gracias al Metaverso sin moverse del sitio.
Metaverso, ¿realidad o distopía?
El Metaverso no era, o parecía ser, un tramo más que el camino lógico de Internet, una especie de estado sucesor que difuminará todavía más los límites entre el mundo virtual y el mundo real. Un lugar paralelo a la vida real donde podremos disfrutar de una vida digital, ya sea trabajando, comprando, jugando o quedando con los amigos, es decir, todas esas cosas que no hacemos en la vida real.
Un espacio virtual enorme y coherente que puede estar formado por muchas partes y que nos daría acceso y libertad de movimiento a cada una de ellas y entre ellas sin restricciones, donde todas las plataformas y aplicaciones digitales crecerían juntas, como redes sociales, juegos, realidad virtual, retail, etc. Un lugar donde nuestro cuerpo y nuestra realidad física desaparecen, lo que nos permite cambiar las cosas en cualquier momento.
¿Podríamos entonces crear nuestro propio universo, de modo que unas realidades fueran diferentes a otras?
¿Píldora roja o píldora azul?
La película de “Los Sustitutos” (2008), protagonizada por Bruce Willis, es una verdadera crítica a la sociedad sedentaria que prefiere vivir a través de un yo virtual para evitar sufrir deterioro o daño físico, mientras el yo real se mantiene dormido en casa. Se trata de un filme visionario que auguraba ya entonces la implantación del modelo de una sociedad perfecta que nos aleja de la propia aceptación, obsesionada con una belleza en la que las imperfecciones físicas no existen. Pero, ¿acaso no es esto lo que hacen las redes sociales, mostrar unos cánones de belleza imposibles?
Aunque pueda parecer algo futurista, lo cierto es que el argumento de este largometraje llegó a ser real. Como los videojuegos, creaba un entorno inmersivo en 3D compartido por muchos usuarios que pueden interactuar a través de un avatar, que no es más que una interpretación digital de nuestra propia imagen física.
Los peligros del Metaverso
Sin embargo, empezaron a saltar las alarmas, ya que el Metaverso no solamente podría cambiar nuestra forma de ocio, sino que también podría influir en otros ámbitos de nuestra vida. Por ejemplo, podríamos ir a trabajar a una oficina situada al otro lado del planeta o asistir a la universidad y escuchar al profesor sin movernos de casa.
¿Te gustaría vivir en el mundo real, con todas las penas, los colores y los temores que acompañan al amor, a la belleza y a la libertad?
¿O prefieres vivir en un mundo falso con versiones artificiales de todas las experiencias y sentimientos bonitos? Como Neo en la película de “Matrix” (1999). Puedes escoger entre la píldora roja y apostar por el mundo real o tomar la píldora azul y vivir en un mundo irreal creado por un ordenador.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el mundo virtual no necesariamente tiene por qué ser mejor. Nos vendieron que el metaverso llegaría para resolver mágicamente cualquier problema que nos angustie, pero podría tratarse solamente de una ilusión.
Y es que este mundo está siendo creado por empresas que viven totalmente ajenas a los problemas de la gente de a pie y cuyo objetivo no es crear un mundo más feliz para la humanidad sino un negocio rentable. Con lo cual, algunos creen que terminará siendo una copia devaluada del mundo físico, o ni eso, como ha ocurrido.
¿Qué pasó con el Metaverso?
Según Matthew Ball, autor del ensayo “El Metaverse: qué es, dónde encontrarlo y quién lo construirá”, todavía faltaban varias décadas para que el metaverso estuviera implantado por completo, pese a que la tecnología para acceder al metaverso sensorial y físicamente ya está creada, pero explicaban sus creadores que aún hay que adaptarla para que pueda difundirse masivamente.
Aseguraban que la tecnología iría evolucionando de una manera parecida a la de los móviles que, aunque llevaban años en el mercado, no dieron el verdadero salto hasta que el iPhone apareció en escena.
En la actualidad, la mayor parte de los espacios actuales del metaverso se encuentran vacíos, ya que casi todo sigue por hacerse. Es necesario desarrollar una serie de plataformas que favorezcan la conexión entre los usuarios, que proporcionen una experiencia distinta, nuevos entornos laborales y nuevas formas de consumo. Ciertamente, las posibilidades del metaverso son prácticamente infinitas, pero todavía tiene que llegar la empresa que sea capaz de crear este universo conectado y centralizado. Aseguraron que Facebook, Epic Games, Microsoft y Fornite ya habían comenzado la carrera, pero, ¿qué carrera?.
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